Barcos del pasado en los mares del futuro

Cuando Luis Pérez terminó su trabajo en Café de Monteverde, decidió que su próximo paso sería tomar un merecido año sabático. Desde el 2014 había cambiado el rumbo de su vida: había dejado su trabajo en el mundo del marketing y también su hogar en la ciudad. Cuando apareció la oportunidad de trabajar en Café de Especialidad, en Monteverde, no lo dudó. Le gustaba el café y le gustaba la naturaleza, ¿qué más podía pedir? De modo que, junto con su esposa, Larissa, se cargaron su equipaje y se fueron de San José. Lo que Luis en ese momento no se imaginaba era que su futuro no estaba en el café. Estaba en el mar.

Luis Pérez, Sales Manager de SailCargo.

Monteverde es un poblado rural ubicado a 150 kilómetros al noroeste de San José. Es uno de los lugares más visitados de Costa Rica, por sus paisajes exuberantes, sus aves multicolores, sus helechos prehistóricos y sus montañas cubiertas de nubes. La diversidad humana también resalta: en Monteverde ocurre una peculiar convivencia entre sus cinco mil trescientos habitantes y los doscientos cincuenta mil turistas que los visitan cada año. Una de las maravillas más famosas de Monteverde es la Reserva Ecológica Bosque Nuboso. Y su nombre es literal: en este espeso bosque tropical se reúnen las nubes del cielo, y bajo su bruma constante dan cobijo a cientos de especies animales y vegetales, algunas de ellas únicas en el mundo.

La vida en Monteverde es muy distinta de la vida en San José. La comunidad es pequeña y todos se conocen entre sí. Hay pocos coches, la gente camina mucho y vive de forma austera y sencilla. Luis trabajó durante tres años en Café de Monteverde y, durante ese tiempo, conoció a fondo el universo de la producción cafetera en Costa Rica. Al acercarse el 2017, Luis sintió que había llegado el momento de dejar a un lado el trabajo por un año para dedicarse a estudiar. Fue entonces cuando Lynx Guimond y Danielle Doggett se atravesaron en su vida con la propuesta de SailCargo y aquel año sabático que tenía planeado, finalmente, no pudo ser.

El nacimiento de SailCargo

Para comprender el origen de SailCargo es necesario conocer, así sea brevemente, la historia de Lynx Guimond, uno de sus dos fundadores. Lynx es un canadiense radicado en Costa Rica desde hace ocho años. Es, lo que podría decirse, un viejo lobo de mar. No solamente es un navegante experto, sino que, además, sabe construir barcos. En Costa Rica comenzó a dedicarse, a la par de la navegación, al cultivo de café biodinámico (un tipo de agricultura, que entre otras cosas, se basa en el movimiento de los astros). En uno de sus viajes oceánicos, Lynx conoció a Danielle Doggett, también canadiense y apasionada por las velas. Y desde entonces ya no se separaron: Danielle se mudó a Monteverde y, entre los dos, gracias a esa pasión por el mar que ambos compartían, comenzó a tomar forma el proyecto de SailCargo.

Lynx Guimond. Fundador de SailCargo.

SailCargo nació como una respuesta a una serie de necesidades ambientales, sociales y económicas que, hasta el momento, estaban sin responder. ¿Qué es SailCargo? Es una empresa de carga marítima que se distingue por no generar emisiones de carbono. ¿Cómo lo hace? La carga es transportada en un primer velero, el Ceiba, que, como todo velero, se impulsa con el viento. El Ceiba además cuenta con un motor que se abastece con energía hidroeléctrica y solar, en caso de que las condiciones climáticas no acompañen las necesidades de transporte de una carga. ¿Eso es todo? No. Es tan solo la punta del iceberg.

Granos de oro llevados por el viento

El cultivo del café tiene una honda tradición en Costa Rica, que data desde el 1720, cuando llegaron las primeras semillas al territorio. Pero no fue sino hasta principios del 1800 que la producción de café comenzó a asentarse como una industria sólida. Y es que los fértiles suelos volcánicos y el equilibrado régimen de lluvias generan las condiciones óptimas para que el grano de oro pueda florecer. Hoy por hoy, el café costarricense es considerado uno de los mejores del mundo y Costa Rica, para el año 2015 y según la International Coffee Organization, se situaba como el décimo cuarto productor de café del mundo.

Danielle Doggett. Fundadora de SailCargo.

Pero detrás de esta tradicional industria existe una problemática, especialmente asociada a la exportación. A diferencia de otros cultivos, como el banano o la piña, cuya producción se encuentra concentrada en unas pocas manos, el cultivo del café está ampliamente distribuido entre muchos pequeños productores. Esto genera una dificultad a la hora de exportar su producto: para hacerlo, deben llenar un contenedor de casi veinte toneladas, lo cual muchas veces excede su producción. Esta traba obliga a muchos caficultores a buscar alternativas para acceder al mercado internacional, como asociarse en cooperativas o vender su producto a una empresa exportadora, pero que les paga una cuarta parte de lo que podrían obtener de la exportación.

Lynx, como productor de café, se enfrentó con esta problemática, que es uno de los fundamentos del concepto de SailCargo. El propósito es brindar a los pequeños caficultores la posibilidad de exportar su café en cantidades mucho más accesibles. En las palabras de Luis, “nosotros les ofrecemos una manera más democrática de acceder a la exportación sin tener que someterse a las exigencias de los grandes buques de carga marítima tradicionales”.

La navegación en un mundo de cambio climático

El propósito social de SaiCargo estaba claro: democratizar la exportación, no solo de café, sino de cualquier otro producto que tuviera necesidades específicas, ya sea de volumen o de rutas marítimas, que el Ceiba pudiera cumplir. Pero no era la única motivación detrás del proyecto. La cuestión de la energía sostenible es un tema central. Según Luis, “desde el punto de vista conceptual, surgió la necesidad de hacer transporte marítimo con energías renovables y no bajo el modelo tradicional, que utiliza una energía tan contaminante y tan perjudicial para la naturaleza y la sociedad”.

La ceiba y el timón, emblemas de SailCargo.

Cuando hablamos de emisiones de carbono, generalmente pensamos en los coches o en las fábricas. Pero pocas veces pensamos en los barcos. Quizá sea porque en muchos casos no están en nuestra cotidianidad. Pero los barcos y el mar forman parte de nuestras vidas, ya que nos traen a la mano muchos de los productos que compramos diariamente. Así, la cuestión de la carga marítima y su contribución con el cambio climático revelan la urgencia de migrar hacia un sistema de carga sostenible. En este sentido, SailCargo es un proyecto pionero.

SailCargo es un proyecto visionario, sí, pero hay que hacer una salvedad. Luis es muy enfático al respecto: “nosotros no estamos inventando ninguna tecnología, simplemente hemos identificado una serie de problemáticas y hemos combinado tecnologías que ya existen como solución a esas problemáticas. En el mundo ya hay veleros de carga pero no tienen motor eléctrico y ya hay veleros de motor eléctrico pero no destinados a la carga. Con esto quiero dejar muy en claro que hay total certidumbre en lo que hacemos”.

El presente y el futuro del SailCargo

El Ceiba será primer velero con el que SailCargo comience a surcar los mares. Su lanzamiento está previsto para el año 2021, y desde que nació el proyecto, el equipo no ha parado de trabajar. No solo se trata de construir el barco, tarea que está sobre los hombros de Lynx y Danielle, sino también de trabajar en la promoción del negocio. Y Luis se ha dedicado intensamente a ello.

Trabajando en la construcción del Ceiba. (Imagen: SailCargo Inc.)

Mientras el Ceiba va tomando forma, Luis ha estado ocupado consiguiendo inversores y potenciales clientes. Y su trabajo ya rindió frutos. “Nosotros tenemos la problemática identificada y a la vez una justificación muy fuerte para abordarla: tenemos la experiencia, los talentos y los planos del barco listos. Lo único que se necesita es plata. Siempre dejo esto sobre la mesa en mis intervenciones y dejo mi contacto para todo aquel que pueda y quiera involucrarse. Nuestra acción cuesta apenas cien dólares, ¡es bien accesible! Cuando doy esta charla en universidades siempre les digo a los chicos que la próxima vez que se quieran comprar un calzado, con esos mismos cien dólares pueden ser co-dueños de un bote. ¿Qué tal?”

Al final de cuentas, todo se entrelaza. El cambio climático tiene un fuerte impacto en la producción de café en Costa Rica: la inestabilidad climática trae, a su vez, inestabilidad en la producción de café. Cada año es más incierto para los caficultores. Su medio de subsistencia está comprometido. En este sentido, SailCargo es un proyecto que se inserta en una causa más grande: la del cambio en el modelo de desarrollo.

Y esto está presente en todos los ángulos del proyecto. La madera con la que se construye el barco proviene de árboles caídos o talados para la construcción de obras públicas. El 85% de la quilla, que es la columna vertebral del barco, fue construido con la madera de dos árboles de tamarindo tumbados por el huracán Otto, que golpeó a Costa Rica en el 2016. Otra fuente, es la compra de madera con alta capacidad de captura de dióxido de carbono. En Costa Rica existen muchos emprendimientos madereros impulsados por el estado de estos tipos de madera. Y, en paralelo, SailCargo tiene un proyecto de reforestar diez veces lo que hayan consumido.

El lanzamiento del Ceiba al mar produce un mínimo impacto y no requiere dragado (remoción de arena para permitir el ingreso del barco al mar).

El Ceiba es el principio

La ceiba es un árbol emblemático en Costa Rica. Es enorme; puede alcanzar los setenta metros de altura. Y también es longevo: vive entre ciento cincuenta y doscientos cincuenta años. La ceiba representa el espíritu de SailCargo, por ser un patrimonio americano, por ser sólido y robusto, por ser durable. Otra de las cualidades del proyecto maximizar la vida útil de los barcos, para sacarle todo el provecho a los recursos que fueron utilizados para su construcción. Como dice Luis, “vamos en contra de la obsolescencia programada”.

Y añade: “Mientras construimos el barco, estamos explorando todos los mercados que podemos abarcar. Porque no solamente queremos ser social y ambientalmente sostenibles, sino que también vamos a demostrar que somos económicamente viables. Tenemos estudios de mercado y factibilidad ya evaluados. Conocemos a los productores de café, de cacao, de vainilla, de aceite de aguacate, de maple cerveza artesanal, en un marco de comercio justo. Ya establecimos una ruta potencial y ya hay compañías listas para usar el Ceiba para mandar sus productos o traer insumos. Ya tenemos una ruta pacífica trazada, pero estamos abiertos a nuevas rutas según las necesidades de los mercados. Por ejemplo, si el día de mañana una empresa nos dice que quieren ocupar el Ceiba en su totalidad para una ruta de distribución para el Caribe, no hay problema, nosotros empezaríamos la construcción de otro barco que supla otra demanda”.

Muchas veces no sabemos cómo las cosas que tenemos llegan a nuestras manos. ¿Desde dónde vino? ¿Cómo? ¿A qué costo ambiental? Se hace difícil dar respuestas a estas preguntas, pero apenas al formularlas se hace clara la complejidad de los procesos de producción de las cosas. Aunque demos respuestas incompletas, sí podemos darnos cuenta de la necesidad de un cambio en nuestros modelos de producción y distribución. El potencial de SailCargo para cambiar las estructuras vigentes es enorme. Porque no solamente se trata del impacto en el mundo físico, en Costa Rica o incluso en América. Se trata también del impacto inspiracional. Luis tiene muy claro que es necesario tener una motivación y para él lo más gratificante es poder desempeñarse en un proyecto que no solamente le da un medio de vida, sino que además está alineado con sus convicciones. Un proyecto en el que pone su corazón. Así, el trabajo más arduo se hace gratificante, porque por detrás hay una causa importante, hay una respuesta concreta a demandas sociales y ambientales genuinas. Y por delante, hay un futuro tan brillante como incierto.

Y sí, es incierto, pero en un buen sentido. En un mundo de cambio climático, en donde todo parece desmoronarse, existe otro camino. Ambos son inciertos, pero solo uno de ellos conduce hacia un futuro.

El Ceiba es el principio. Y el cielo es el límite.

—-
Yanina Paula Nemirovsky